lunes, 30 de enero de 2017

No hit no run de Urbano Lugo jr.: Memorias de un juego inolvidable

Andriw Sánchez Ruiz
Email: andriw316@gmail.com 
Twitter: @AnSanchezRu

Mientras el taxi esperaba muy cerca de la puerta de su casa, el joven Urbano Lugo jr. terminaba de alistarse para ir a trabajar. En su bolso no había cosas de oficina, una corbata doblada o un libro de Hágalo Usted Mismo. Como de costumbre, su morral era pequeño y contaba con pocos objetos. Con calma se subió al carro y le señaló el camino al desconocido conductor: “Al Estadio Universitario, por favor”, dijo. Pocos segundos transcurrieron para que el automóvil comenzara su andar.

“Hoy es el cuarto juego de la final entre Caracas y La Guaira”, soltó el taxista que, fiel a su profesión, era tan bueno con el habla como con el volante. “Eso seguro es taquilla (la creencia popular de que un equipo se deja ganar para alargar un enfrentamiento)”.

El hilo de los pensamientos de Lugo se rompió para poner la atención en el chofer. “¿Y usted cree que eso exista?”, preguntó el pasajero de 24 años de edad, con palabras que, seguramente, poseían un dejo de ironía. “Claro”, afirmó el hombre que manejaba. “Caracas gana la serie 3-0, no se puede titular barriendo. Seguro La Guaira gana por taquilla”.

La pequeña explicación de la final de la temporada 1986-1987 y el aire de superioridad del taxista tuvieron poco valor después de que Urbano lo apuntó con la mirada. “Mire, eso no existe y se va a acordar de mí esta noche”, sentenció. “Porque yo soy el hombre que va a pitchar. Voy a ganar el juego”.

jueves, 5 de enero de 2017

Zuliametría

Tras los éxitos en Maracaibo, el manager Lipso Nava le da parte del crédito al análisis de las tendencias estadísticas. “Ha dado resultados hasta ahora”, dijo

Andriw Sánchez Ruiz
Email: andriw316@gmail.com 
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Después decir algunas cosas en voz alta a un personaje oculto entre las sombras del dugout de la derecha del Universitario, Luis Amaro, gerente deportivo de las Águilas del Zulia, salió al terreno con la intención de ver practicar a sus jugadores. Su rostro adusto tal vez trataba de ocultar planes que tenía por desarrollar. El trance fue interrumpido por la curiosidad de par de reporteros.

Con palabras pausadas, que contrastaban con su entrecejo fruncido, el directivo explicó la actualidad de los rapaces, quienes para aquellos días de la mitad de noviembre eran dueños del primer puesto de la tabla. Una de las frases finales fue contundente: “Este equipo no es como el del año pasado (que quedó último). Es un equipo diferente. Este es mi equipo, el que hemos armado”, dijo el hombre que tiene dos años en el cargo.

Luis Amaro, gerente deportivo de Águilas

domingo, 11 de diciembre de 2016

Omar Vizquel y la mejor década del beisbol venezolano

En exclusiva, el manager de la selección de Venezuela da su opinión sobre la pelota de la actualidad. Recuerda la producción de grandeligas en su año de novato y algunas memorias con Leones del Caracas

Andriw Sánchez Ruiz
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El O.co Coliseum, hogar de los Atléticos de Oakland, fue el escenario de una de las noches inolvidables en la vida de Omar Vizquel. Allí, en su grama multidisciplinaria y oscuros bleachers, el caraqueño disputó el primero de sus 2.968 juegos en Grandes Ligas. Se fue de 3-0 pero era el dueño del campocorto de los Marineros de Seattle, el 3 de abril de 1989.

Ni siquiera él adivinaría sus 11 Guantes de Oro y la leyenda que construyó con el pasar de los años. Lo único tangible para el momento es que con el modesto estreno, Vizquel se había convertido en el grandeliga 55 de Venezuela, algo que para inmensa mayoría de los peloteros de la época resultaba una utopía.

domingo, 27 de noviembre de 2016

El nacimiento del swing de Carlos González

 Lucila de González recordó como su hijo, el jardinero estrella de Colorado, quedó prendado al beisbol cuando solo tenía cinco años de edad e idolatraba a Ken Griffey Jr.

Andriw Sánchez Ruiz
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¡Qué difícil se le hacía a la señora Lucila de González ver jugar a su hijo mayor y no perder de vista al menor! Mientras que el infante más grande jugaba en la Pequeña Liga Coquivacoa, en el estadio Ramón Darío Urdaneta, del sector San Jacinto en Maracaibo, el más pequeño correteaba por las tribunas. El juego del niño de 5 años de edad era sencillo: se paraba detrás de la cerca, imitaba los movimientos de los bateadores y, cuando hacía swing con su bate imaginario, salía raudo a una inexistente primera base.

“El muchachito se me está volviendo loco”, pensaba la señora Lucila, rodeada por los padres de los demás párvulos. Lo bueno de la supuesta demencia, que no resultaba más que una prolífica imaginación, era que al pequeño Carlos González le apasionaba el juego de pelota. La madre no tuvo que romperse la cabeza para encontrarle un pasatiempo a su muchacho.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

El mascoteo, la única debilidad visible de Salvador Pérez

La excelencia se ha vuelto el hábitat natural del receptor de los Reales que podría ser mucho mejor si pule el arte de convertir las bolas en strikes

Andriw Sánchez Ruiz
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De mitos está llena la vida y es algo de lo que el beisbol no escapa. Ned Yost, actual manager de los Reales de Kansas City, escuchó sobre una criatura mitológica en 2010, que era capaz de marcar un tiempo de menos 1.8 segundos al tomar la bola tras el plato y colocarla en segunda base. Pero ese no era un caso para enmarcar en la criptozoología. Salvador Pérez era capaz de eso y mucho más a los 20 años de edad.

Lo extraordinario se ha vuelto rutina con el pasar del tiempo. El receptor de los monarcas detiene los cronómetros en 1.7 o 1.8 segundos de manera habitual cuando un corredor trata de estafarle la intermedia. Por eso no es de extrañar que tenga la tasa más baja de almohadillas descuidadas en las mayores (.485).  

lunes, 11 de julio de 2016

Radiografía de Junior Guerra, el novato de 31 años

Felipe Lira, quien trabaja con el abridor de los Cerveceros desde 2011, en Tiburones de La Guaira, piensa que la pericia y el dominio del split-finger son los secretos del serpentinero

Andriw Sánchez Ruiz
Twitter: @AnSanchezRu

El teléfono de Felipe Lira repicó mientras trabajaba en unos informes de peloteros rookies de los Medias Blancas de Chicago. Solo por un momento, el ex lanzador dejó a un lado el papeleo. Le había escrito Junior Guerra con la simple intención de saludarlo.

Aunque no había caído la noche y el cielo estadounidense no estaba iluminado para celebrar el 4 de julio, Día de la Independencia de la nación norteamericana, ya era un día de fuegos artificiales para Guerra, quien horas antes dejó en dos hits a los Nacionales de Washington en 7.1 innings.

A pesar de las sorpresas e intrigas que ha causado este año el abridor derecho de los Cerveceros de Milwaukee, por ser uno de los novatos más asombrosos de la Liga Nacional y tener 31 años de edad, Lira no se muestra extrañado. Tiene una idea clara y certera de Guerra. Ambos trabajan juntos desde 2011, cuando el técnico comenzó como el encargado de instruir al bullpen de los Tiburones de La Guaira.


domingo, 3 de julio de 2016

Kevin Maitán, la firma venezolana más alta de la historia

El carabobeño, catalogado el mejor prospecto internacional en 2016, concretó el acuerdo con los Bravos de Atlanta por 4,25 millones de dólares. Es comparado con Miguel Cabrera

ALEXANDER MENDOZA
@AlexandrMendoza

ANDRIW SÁNCHEZ RUIZ
@ansanchezru

Cuando Henderson Martínez, agente de peloteros, vio por primera vez a Kevin Maitán olvidó que el niño rondaba los 13 años de edad. El infante saltó al campo y realizó movimientos precoces durante un juego sabatino. Se fue de 3-2 y asombró con varias jugadas en las profundidades del campocorto.

“Le dije a Ricardo Sánchez (prospecto de los Bravos de Atlanta) que me consiguiera el nombre y el número de teléfono del niño”, contó el descubridor de talento. “Kevin no era normal para su edad”.

Luego de tres años de desarrollo, lapso en el que la joven promesa abandonó el bachillerato por decisión propia, ya es un pelotero profesional. Maitán firmó ayer con Atlanta por 4,25 millones de dólares, el bono más alto para un prospecto internacional en la historia de Venezuela.

Kevin Maitán y su descubridor, Hénderson Martínez. Foto Marcos Grunfeld